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A NUESTRO COMPAÑERO JUAN LAFUENTE, IN MEMORIAM

08.12.2009 19:00

 

 EL INFINITO

    Dicen que las personas no mueren mientras tengan otras que las recuerden pues el espíritu que las poseyó continúa vivo en la memoria de quienes las trataron. También decían los griegos que a quienes los dioses aman muere joven. Ambas afirmaciones son válidas cuando nos referimos a nuestro compañero Juan Lafuente. Ha muerto joven pero vivirá siempre en nosotros. Creo recordar que lo conocí en el año 1992 cuando llegamos casi todos al I.E.S. Pablo Neruda y supe de sus estudios iniciales en el Liceo Francés y de los posteriores en Valladolid; también conocía cuánto le gustaba su ciudad, San Sebastián, pero también cuánto amaba la sierra de Gredos, y por supuesto, su gran afición al fútbol y su amor a la Real Sociedad, su equipo y el equipo de su ciudad. A propósito de esto nunca olvidaré una vez en la que jugaban el Real Betis, mi equipo, contra la Real Sociedad y perdió la Real. Al día siguiente mi comentario fue de un irónico “os hemos ganado”. Jamás olvidaré esa expresión y su terrible comentario de “nunca te he dicho nada cuando os ganamos nosotros”. A partir de entonces comprendí que no debía meterme en estas lides que en el fondo nunca me han ido ni me han venido, y que sólo había sido para incordiarlo un poco. No llegué a conocerlo con profundidad pero sé que era “buena gente” y si no le apetecía hacer algo tenía su frase preferida: “tu vales mucho”. Ahora a no sé donde, como ad amicum, le dedico y envío este poema de Leopardi titulado El Infinito en la irrepetible versión de Antonio Colinas:


 

Siempre caro me fue este yermo collado

y este seto que priva a la mirada

de tanto espacio del último horizonte.

Mas sentado, contemplando, imagino

más allá de él espacios sin fin,

y sobrehumanos silencios, y una quietud hondísima.

Tanta que casi el corazón se espanta.

Y como oigo expirar el viento en la espesura

voy comparando ese infinito silencio

con esta voz: y pienso en lo eterno,

y en las estaciones muertas, y en la presente viva,

y en su música. Así que en esta

inmensidad se anega el pensamiento:

y naufragar en este mar me es dulce.


 


 

 


 

 


 

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