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Visita a la exposición del Museo del Prado "Entre dioses y hombres"

18.12.2008 20:12

    Tal y como teníamos previsto, hoy hemos acudido a la exposición del Museo del Prado "Entre Dioses y Hombres". Debo reconocer que a veces mi amor al mundo clásico grecolatino me pierde y pienso que el resto del mundo comparte esa obsesión y ese amor. Este año, por ejemplo, los alumnos de 2º de bachillerato de mi instituto van de viaje de fin de curso a Berlín y me alegro de no ir, porque aunque ya he visitado la ciudad creo que se me saltarían las lágrimas sólo de pensar que a la gran "Isla de los Museos" le iba a dedicar media mañana. Esto viene al caso porque hoy he sentido la misma frustración que podría sentir al ver a unos alumnos desinteresados visitando el altar de Pérgamo. Teníamos concertada la visita para las 13:50 hrs. dos profesores y catorce alumnos. Sé, de buena tinta, que uno de ellos no podía acudir por razones de salud, pero alguno que otro ha faltado porque se le ha olvidado la excursión el día de san pellas. No voy a cargar las tintas sobre el asunto. Al final quedamos diez alumnos y dos profesores, creo que todos con gran ilusión por ver una exposición digna de todo elogio. Como la hora de entrada era un poco tarde, pensamos en que los alumnos se debían alimentar primero físicamente y después nos encargaríamos de alimentar sus almas. Así fue, al llegar a Atocha acudimos a un conocido bar de la zona para que degustaran el riquísimo bocadillo de calamares que ha hecho tan famosa a Madrid - junto con los de la Plaza Mayor-. Tras esta parada nos dirigimos al museo donde encontramos a Bernabé, un alumno de nuestro centro con una curiosidad e inquietudes digna de elogio. Así que los doce y Bernabé nos dirigimos a la entrada del museo. Hoy contábamos con la presencia de José Alfonso, profesor de Historia y de Historia del Arte de nuestro instituto, que nos deleitó con la explicación de la ampliación del Museo y de lo que ha supuesto esa ampliación para el antiguo edificio de Villanueva. Tras esta pequeña introducción nos adentramos en el museo y en las salas que albergan la exposición. Si ya la exposición vale la pena en sí misma, contar con José Alfonso como guía la enriquece aún más. No obstante, aunque en cierto modo lo agradezco, me resulta muy curioso y me hace pensar por qué una colección tan fantástica como la del Albertinum de Dresde, una colección que si no es por la reforma de su museo, quizá jamás hubiera salido de allí, tiene un número relativamente reducido de visitantes. Lo digo porque hoy es la tercera vez que la visito y jamás me he sentido agobiada por la presencia masiva de público, lo que sí me ha ocurrido con otras como la exposición sobre el XIX o la de Rembrandt. En fin, qué puedo decir sino simplemente agradecer al Dr. Schröder, comisario de la exposición, el habernos traido a Madrid esta joyita. No puedo dejar de comentar el cuidadoso trabajo de su catálogo y si alguien quiere visitar la página web del Prado que dedica a la exposición contará no sólo con un video de la misma sino que además podrá ver algunas de las esculturas expuestas en 360º. Todo un lujo. 

En el próximo blog hablaré de esta exposición y de lo que ha supuesto para la historia del arte el reconocimiento de la escultura como algo más que un simple objeto decorativo.

 

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